El hecho más increíble de los milagros es que suceden. Unas cuantas nubes en el cielo conforman la estampa llamativa de un ojo humano. Durante un viaje incierto un árbol se yergue en medio del paisaje con la forma exacta y detallada de un signo de interrogación. Yo mismo he visto estas cosas en los últimos días. Nelson muere en el momento de la victoria, y un hombre llamado Williams mata, por casualidad, a otro hombre llamado Williamson: suena como una especie de infanticidio. Para resumir, hay en la vida un elemento de coincidencia mágica que la gente que calcula prosaicamente puede perderse para siempre. Como deja bien claro la paradoja de Poe, la sabiduría debe contar con lo inesperado.
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