BORGES: «Una frase de Padre: “Si somos inmortales ya tendremos tiempo de hablar de todas esas cosas (existencia de Dios, etcétera)”. El Dios que condena a quien no cree en él, corresponde a una idea miserable de Dios. Aristóteles decía: “Yo prefiero que la gente crea que no he existido a que crea que fui un malvado”. Dios no pensaba así. Si te dicen: “Alguien en San Luis no cree que usted exista”. Bueno, ¿y qué? ¿Qué saca Dios de que nosotros tengamos o no fe en él? Cui bono?»
Parte de la entrada correspondiente al martes 23 de julio de 1968 en el libro “Borges” de Adolfo Bioy Casares.
El problema no es qué saca Dios, sino qué pierde el hombre. La sobreabundancia de Dios no es rellenable con nada.
El asunto no es de recompensa es más bien un asunto de voluntad, de amor. La Palabra que no es la letra, es Jesús, se ha manifestado y tú la has escuchado, si la rechazas no es Él el que te juzga, sino la propia Palabra que rechazas.