Recientemente completé la lectura de 2666, la novela póstuma del escritor chileno Roberto Bolaño. La novela exhibe una calidad y cualidad literaria superior, inherente a las grandes obras. ¿Por qué hablo de Cinematografía de 2666? La lectura es una actividad creativa. Cada párrafo construye en nuestra mente una serie de imágenes, personajes que interactúan y sienten, lugares reconstruidos al instante. Y en este sentido, la lectura de 2666 revela secuencias de imágenes en permanente movimiento. Nada se detiene nunca en los entremezclados caudales de los infinitos destinos que contiene la novela.
La novela está estructurada en 5 partes, y cada una evoca imágenes, cinematografía. La parte de los críticos, me recuerda inmediatamente a una de mis películas favoritas, la italiana C’eravamo tanto amati. Europa. Tres hombres, una mujer. El amor difuso, la búsqueda del amor. Encuentro varias similitudes. Luego tenemos mi parte menos apreciada, La parte de Amalfitano, un profesor universitario que está paulatinamente renunciando a la cordura, abrumado por la crueldad de su realidad. La parte de Fate es quizás mi favorita. Un periodista afroamericano, de New York, que viaja a México a desentrañar, sin proponérselo, los caprichos de su destino. La parte de los crímenes es una sucesión de martillazos. Advierto que para esta parte hay que tener aguante, pues las imágenes construidas inevitablemente alcanzan la pornografía y hasta el gore. En ocasiones las imágenes resultan abrumadoramente violentas. En esencia, esta parte es la película de narcos, o detectives de frontera, o una crónica policial interminable. Finalmente, la parte de Archimboldi me recuerda alguna película europea sobre la segunda guerra mundial, y es un gran cierre a la novela. Y ésa es la cinematografía de 2666 en 5 partes.
Cada parte gira alrededor de personajes específicos, y sin embargo, hay una conexión general, permanente entre las partes, a través de personajes que aparecen y desaparecen o se intuyen. Pero el gran conector es la ciudad de Santa Teresa, violentísima y corrompida urbe ficticia situada en la frontera entre México y los Estados Unidos.
Léala. Advierto que es una novela para adultos que no se dejen impresionar por escenas fuertes. Literariamente es impecable. En mi caso, me la ha recomendado un amigo cuyo gusto literario suele coincidir con el mío. Sin embargo, en esta ocasión, y ya para cerrar, confieso que 2666 no me gustó tanto como esperaba. Pero sólo por los temas tratados, algo muy subjetivo. La literatura es impecable, pero los temas no son muy de mi agrado. Prefiero aventuras más cercanas a las presentadas en El siglo de las luces, por ejemplo. Cuestión de gustos.