A medida que el sistema educativo divide el conocimiento de manera artificial en diversos compartimentos-estanco y se aparta de la generalidad del conocimiento, la educación se va haciendo más monótona y se va especializando, hasta que se llega al resbaladizo terreno de las “vocaciones” en las que hay que pensar en carreras, profesiones y oficios. La principal profesión del hombre debe ser la de existir como un ser humano, siendo todas las demás actividades en las que se pueda ver envuelto circunstanciales y accidentales. Cualquier actividad humana sin una amplia base filosófica y científica, resulta ser como dice McLuhan, “una receta infalible para crear disgusto por cualquier tipo de actividad humana, no importa cuán interesante sea”. Las diversas profesiones, carreras y oficios nos hacen desempeñar diversos papeles, como si fuéramos actores, en el teatro de la vida. Cuando un joven elige una carrera se está limitando como ser humano. En relación a esto y citando a Saint-Exupéry, nos dice con gran acierto también McLuhan: “Los adultos no son gente en realidad. Son, como Saint-Exupéry lo dijo tan encantadoramente en El Principito, reyes, generales, hombres de negocios, geógrafos. Dado que están trazados y circunscritos por los papeles que desempeñan, actúan en formas limitadas, repetitivas y son, en palabra de El Principito, ‘ciertamente muy extraños’. Los niños son niños, o sea, gente completa. Si aprendemos bien de ellos tal vez nos ayuden a los maestros, jefes, taquígrafos, doctores, maquinistas, reyes, generales y escritores, a ser gente completa.”
Mas Jesús les dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos.
Sensacional cita, amigo. La copio y la tomo prestada para pasársela a mis alumnos, en especial a los mayores, los de Bachillerato, que están a punto de dar ese paso de ‘elegir carrera’. ¿Ves lo que te comentaba el otro día? Me descubres y descubro un montón de cosas leyendo tus páginas.
Saludos
Por cierto, respecto a tu comentario al poema de Belloc, he de decirte que soy de tu misma opinión. No se ha de buscar la rima, porque eso obliga a forzar el sentido del poema hasta cambiarlo a gusto del traductor.
Ya conoces la máxima: ‘traduttore, traditore’. Y es que hay traducciones que son eso, auténticas traiciones a lo que quiso decir el autor.
Abrazos