Por el oro fulgurante que el monomaníaco ha clavado en el palo mayor, estos hombres se han entregado a la desesperada certidumbre de enfrentar a un enemigo invencible. No es el brillo del doblón lo que finalmente ha conseguido seducirlos. Ni los ha contagiado la locura en los ojos de Ahab. Es, sin duda, el vértigo de una persecución masoquista, de un regreso imposible, de una derrota segura, de un doblón inalcanzable que sólo pertenecerá -cuando la ballena lo decida- a las profundidades del mar.
Muy buena cita.
Moby Dick es una de mis novelas favoritas. La he leído varias veces y siempre encuentro algo nuevo, irresisitible y maravillosamente épico en ella.
Tuve una época de leer mucho a Melville, del que me gustan también sus novelas cortas, en especial Benito Cereno>/i>, Billy Bud, marinero y sobre todo Bartleby, el escribiente, del que Borges hizo una magnífica traducción.
Un fuerte abrazo, Alejandro
Gracias 🙂 Este texto lo escribí a propósito del doblón de Ahab, pensando un poco en la influencia del mismo sobre los hombres del Pequod 🙂
El cuento de Bartleby lo he leído. Muy, muy bueno. El personaje Bartleby resulta bastante peculiar y memorable.