After the rain

Last trails of rain are slowly fading away, and the soil, little by little, makes provisions for the chasms of banishment and the madness of a ruthless sun and its warm embattling. That’s the pendulum of nature, a perpetual writhing between hot and cold, smiles and tears, sun and rain, sky and earth… and life is adamantly and eternally linked to the swing. This season, rain has wonderfully abode by sweet evocations of the past, and tasty chocolate, and a wonderful deluge of green skin for the trees, and the realm of water, and elder memories of a boy and his dad and his dogs, and a likely infinite enumeration of happiness. Now the sun will take away all of these soothing remembrances, bringing along the glance of Apollo and the sugar of Syzygium malaccense and the kingdom of bugs, setting aside any trace of pain, casting new life everywhere. Therein, in any derelict breaches of the soul, the new sun rays will sprinkle further seeds of hope and joy, bracing for more adventures, laughter, and vapors of cocoa.

Prelude of sugar: Pomalaca blossoms (Syzygium malaccense)
Ants: kings of the fungi hill

Rain, however, went back on my books, sprouting, without noticing, a conspiracy of mold. To forfend the library we’ll have to iron out these unexpected visitors, this seemingly last trace of rain.

The rain's guests

And, after the rain, time to get back to the grind, to the music, to the mathematics, to the chocolat blanc, to the beauty of life.

Gripe

Llegó este domingo pasado. Hacía algunos años que no me daba gripe. Comprobé que tenía casi olvidada esta mezcla de distorsiones… las voces lejanas, la respiración difícil, el frío y el calor repentinos, lo difícil que desde niño me resulta tragar pastillas, etcétera. Por ese muy reprobable vicio de buscar relaciones causa-efecto en casi todo atribuí la gripe al polvo en el libro que leí este fin de semana. Por cierto, libro obsequiado por mi tía, muy bueno, sobre la locura y el narcisismo de un psiquiatra que la justicia venezolana condenó por asesinato de una paciente. Lo más relevante del libro no es su historia policial ni los personajes ni los diagnósticos de los psiquiatras sobre su colega. No. Lo más relevante es cómo ese crimen demuestra la idiotez, la superficialidad, la corrupción de buena parte de la sociedad venezolana. No es algo de ahora, viene de mucho tiempo atrás.

En fin. Cero libros por ahora. Y música y cine tampoco (con ojos y oídos así, imposible). Lo bueno de todo esto son los recuerdos de la infancia, y la adquisición de nuevas defensas seguramente útiles para el futuro.

P.D. Ah, otra cosa buena: el fútbol. Más fútbol 😀

Diego Karate Kid

Ayer el veterinario tuvo que examinar a Diego, el Rottweiler. Amaneció tumbado, con dolor y desgano para todo incluyendo la comida (cosa muy rara y signo inequívoco de enfermedad). Pata delantera izquierda. Temía lo peor: una fractura o alguna enfermedad extraña. Cambiar de posición le resultaba un suplicio, se retorcía del dolor, y en una de ésas, tratando de ayudarlo, me mordió. Por fin pudo atenderlo el veterinario: determinó para alivio de todos que no era fractura, y le indicó unos relajantes musculares. A las pocas horas Diego estaba mucho mejor, al punto que nos seguía por la casa y correteaba con (entiéndase mejor: saltaba sobre) los otros perros.

Acabo de verlo esta mañana. Aún cojea notablemente, pero por lo menos no está tumbado ni gime de dolor. Parece Karate Kid en la confrontación final, incapaz de encontrar apoyo en una de sus extremidades, pero preparando la patada victoriosa. Espero que en los próximos días esté plenamente recuperado.

Dos manjares venezolanos

Hace pocos días comí las primeras hallacas de este año, deliciosas hallacas, otro anuncio de la navidad en Venezuela. Como era de esperar, las mejores hallacas son las de mi mamá.

Excelentes hallacas, sabor de casa. Si gusta, puede coronar su comida con un poco de dulce de mango, también por cortesía de la casa. Yo imagino que la ambrosía debe saber a dulce de mango :D. Y estos dos manjares venezolanos vienen muy bien para celebrar el triunfo de la vinotinto anoche.

La Rentrée

Encore, les jardins et les sentiers des vacances et le goût du sel sur la langue du soleil. Encore, en recevant l’accueil cordial d’une connue chaleur, d’une habituelle brise, devient un chemin empierré menant à des boîtes, des rythmes, des voix souriantes.

Une grande rentrée.

Suerte Cruel

El hambre.
Las referencias colgantes.
La ilusión del tiempo y los aviones.
La ingratitud.
El fuego en la biblioteca.
Los padres sin hijos y los hijos sin padre.
La fantasmagoría de los ídolos.
El chocolate olvidado.
Los honorarios sin honor.
El amor de una rubia hermosa pero vacía.
La sabiduría sin ecos.
El egoísmo adolescente.
La vanidad de las imágenes.
El interés bancario.
La casa sin música.
El disparo que supera o no supera la barrera.
Ella cuando no es ella.
Las corporaciones religiosas.
La religión de las corporaciones.
Los penales en el fútbol.
Los penales.
Los benditos penales.

Unworldly

Por esa reprobable costumbre de pasar frente a los libros y extender el brazo, me reencontré con el diccionario Larousse inglés-español, viejo compañero del liceo. Lo abrimos y recordamos el proverbio hindú: “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Nos fijamos directamente en una palabra infrecuente: unworldly: adj. espiritual; ingenuo. En resumen, ajeno a este mundo, por espiritual o por ingenuo. La curiosidad nos incita a buscar esta palabra en el diccionario que está al lado, un Webster que compré con mi papá, una tarde calurosa, cuando el inglés de la facultad exigía un poco más. En el lugar donde esperaba encontrarme con unworldly, justo antes del decididamente peyorativo unworthy, apareció el desconocido unwonted: adj. not common or usual; rare. Pensamos, algo divertidos: Really, unwonted is unwonted. Such an honest word!.

Vuelvo a colocarlos en el estante, como amigos que retornan a la calma de la espera. Y si el tiempo se llama olvido, que me perdonen mientras tanto.

Mayo

Salió un zagal con su pastora bella,
con un ¡ay!, con un ¡eh!, con un ¡ay!, ¡qué placer!
Los trigos a pisar con leve huella,
En el mes de las flores, el dulce mes de amores,
Cuando las aves cantan sin desmayo:
Es grato al pecho amante el mes de mayo.

Como Gustéis (canto en Escena III), Shakespeare.

Mayo, los 30 años, j’ai pas le temps d’avoir trente ans, primer aniversario del blog, los regalos maravillosos, las comedias de Shakespeare, la liga azulgrana, y la inesperada llegada de un libro que anhelaba desde mis años en el liceo. Y el trabajo, en volúmenes indiscretos pero apacibles, desafiantes pero para mi entera complacencia. El trabajo y el fútbol han consumido muchos de mis espacios en estas semanas previas. Debo sobre todo al Barcelona y al Real Madrid la ingesta de algunas calorías imprevistas, y el nacimiento de numerosos análisis y expresiones decentemente impublicables. Emociones pero y sobre todo; esperaba más aunque; tacaño el juego a veces; en fin. La vida, más allá de las fronteras personales, parece conservar las mismas alas y las mismas piedras. La vida sigue igual (Julio Iglexias dixit), al menos en la superficie del agua, hasta donde el vapor de los cañones permite la intrusión de las miradas. No veo que haya cesado la rencorosa envidia que carcome al Occidente, no veo la sublimación del hombre a través de su propio ideal de humanidad, no es el hambre punzante sólo un recuerdo, sigue lloviendo sobre mojado en Oriente Medio, en América Latina, en el Norte que es o quiere ser todos los puntos cardinales. Comentando sobre Oriente Medio, particularmente prefiero ser cauto; creo que somos muy apresurados en nuestras evaluaciones de los “cambios”: remueven a una élite del poder y se pasa a un júbilo merecido pero que tal vez soslaya la certidumbre de que con frecuencia esas élites han alcanzado el poder por movimientos que, salvando las distancias históricas, equivalen a ésos que ahora mismo las deponen. Y ese ciclo de recambio de las élites y pervivencia del conflicto ha subsistido durante siglos y siglos. Es probable que tengan que pasar varios años antes de poder juzgar con propiedad si realmente un movimiento popular ha producido un cambio real y significativo en el sistema. Muchas veces sólo se le cambia el disfraz, pero sigue siendo la misma bestia. Y es en esta turbulencia (esencial y propia de los sistemas dinámicos como éste por cuyos hilos fluyen nuestras vidas) donde todo sigue igual.

Pero, cuando los peros son afortunados y bienvenidos, está y estará la fe. Habla por un pueblo, y por la humanidad toda, su fe. Por encima de las chimeneas industriales y las balaceras del progreso, por encima de las máscaras y de los cipreses resquebrajados por los grises cristales de hidrocarburos, está la fe. La fe en la vida, en querer alcanzar una humanidad esquiva pero posible. La fe, que es lo que más me informa sobre la naturaleza humana. La fe, revestida de sonrisa infantil, de mirada brillante, de labios altivos, de manos y sienes surcadas por la sabiduría. Y es a esta fe a lo que encomiendo mi fe.

No todo es fútbol. Está también, gracias a Dios, Shakespeare (y resulta muy pertinente recordar the Kafkian appeal). Francamente me gusta más Noche de Reyes que Como Gustéis, que La Tempestad e incluso más que el Mercader de Venecia. Además del Barça y de Shakespeare, vivimos la alegría de un libro nuevo, esperado durante años, con el cual me encontré (como presentía que iba a suceder) por pura casualidad. Un libro que me encanta, y cuya lectura a los 14 años fue una grandísima fortuna. Pero otro día hablaré de él.

Más sobre el párrafo de La Cruz Azul

Este post va por cortesía de Fran. Estoy leyendo El Candor del Padre Brown, de Chesterton, y destaqué uno de los párrafos más brillantes de la primera historia, La Cruz Azul. En ese párrafo, la referencia a Nelson está clara. Pero no tenía luces sobre Williams, Williamson, y la paradoja de Poe. Entonces le pregunté a Fran, quien sobre Chesterton sabe mucho. Así selecciono a los amigos, como en el tema de Serrat: son lo mejor de cada casa 😀 Que sepan, que sean inteligentes, y que me saquen las dudas cuando se me presenten. Lo que Fran responde merece un post:

Voy ya con la cuestión que me has planteado: hay un relato de Edgar Allan Poe, llamado William Wilson en el que Poe trata el tema del doble, típico de la literatura de terror del XIX. En la historia, el protagonista es asesinado por un tal Williams, es decir, por su doble, lo que vale decir que es asesinado por sí mismo, o por el reflejo de sí mismo. Siento haberte estropeado el argumento, pero esa es la paradoja a la que se refiere Chesterton. De todas formas, si quieres leer el relato de Poe, puedes hacerlo aquí: William Wilson, de Edgar A. Poe.

Me alegro mucho de que estés leyendo el librito del Padre Brown. Para muchos es de los mejores de Chesterton. Tiene una prosa deliciosa. Se nota que estudió pintura y que era un estilista, un mago de la palabra.

Y muchas gracias, Fran. Tengo que leer ese relato de Poe, es tarea pendiente.

Fran, Jessica, Jaramillo: los comentarios están abiertos de nuevo. Pero siento un extraño placer al ver cómo cambian los patrones de conexión de los spambots de Rusia, Ucrania y China cuando los comentarios se cierran. Locuras mías.

Poema 5

Autor: Alejandro (Incluido en 3 pesos por cada verso, 2010)

Señora,

su ausencia es el dolor de todas las cosas.

Señora,

sus triunfos son la alegría de un alba coronada con pájaros, con sol y con sus mejillas sonrojadas.

Señora,

la noche de sus derrotas y frustraciones, es la más oscura de mis noches.

Señora,

mi nombre en sus labios y su cuerpo en la penumbra tibia de esta casa son brisa para mi piel

encarnación de mi Dios

ventanas abiertas

el cielo reclamando espacios.

Señora,

usted desnuda la pobreza de mi conjugación: yo desear, yo deseo, yo la deseo, yo a usted.

Señora,

la cercanía de su cuerpo es la más profunda de mis turbaciones

y sin embargo

no hay nada que anhele más en este mundo.

Señora,

quiero ser inquilino de sus sueños

modisto de su cintura

culpable de sus sonrisas

su flor y su polen

sus pasos y su alfombra

su mar y su navío.

Señora, yo la amo.