Vozvrashcheniye. De Andrei Zvyagintsev. 2003. Una obra maestra. Hacía mucho que no veía una película tan bien realizada. La película trata sobre dos hermanos rusos (Iván y Andrei) cuyo padre regresa a casa luego de una ausencia de 12 años, y se los lleva a un viaje transformado en un descubrimiento del significado de ser hombre. Algunas escenas me resultan especialmente memorables, como aquella donde la cámara nos muestra lo que atrae la atención de Iván y sus binóculos. La dirección es magistral. Me encanta la forma en que el lenguaje visual se reduce a lo esencial, y debemos reconstruir la acción, lo que en cierto modo me evoca las películas de Tarkovsky. Excelente.
La actuación de Konstantin Lavronenko, en su rol de padre de los dos jovencitos rusos, es soberbia.
Por cierto, el padre de Andrey Zvyagintse desapareció de su vida desde los 6 años. Entonces, no escapa la película a lo autobiográfico.
De Carlos Sorín. 2004. Recientemente la vi por cuarta vez 😀 Es que me encanta esta película. Los paisajes inmensos de la Patagonia. El contraste entre esas soledades y la humanidad de los personajes. Los diálogos no abundan, pero la película habla muchísimo. Incluso el perro comunica demasiado. La película esencialmente es un viaje: Bombón y su dueño (Coco) van encontrándose con diversos personajes, comparten con ellos algún fragmento de humanidad, y luego se despiden sin nostalgia. Uno de los mensajes de la película -y de hecho su punto de partida- es la desesperanza que este mundo ofrece a muchos desempleados de alguna edad. Coco, sin trabajo, y con 52 años, parece encontrarse sin espacios en su ambiente. Estar sin trabajo lo convierte en un forastero de su propia realidad. Entonces llega el perro y lo cambia todo.
Hay una escena que siempre me causa mucha risa: durante una celebración, golpean por la cabeza al gordo Walter -que estaba muy animado bailando-, y éste se voltea enojado, preguntando “¿Quién fue el pelotudo?” con ese típico acento rioplatense. Lo dicho, me encanta 😀 Casualmente, mi hermana me recomendó hoy otra película de Carlos Sorín, “El Camino de San Diego”. Va para el backlog.
De Takeshi Kitano. 2008. Autoreferencial. Autobiográfica. Exagerada. Muy exagerada. Tan exagerada que muchas situaciones macabras resultan graciosas. Excelente película. Con ella pensé sobre el arte, la subjetividad, la crítica, las metas. Pero sobre todo, me hizo pensar que a veces nos dedicamos a “correr detrás de tortugas”, tonta e infructuosamente. Me encantó.
Después de ver Stalker por primera vez, mi favoritismo hacia Zerkalo / The Mirror (otra brillante película de Andrei Tarkovsky) permaneció intacto. Creo que mi predilección por Zerkalo está sustentada en cierta debilidad personal por las secuencias metafóricas. Sin embargo, con el tiempo, a medida que los mensajes y símbolos de Stalker han sido paulatinamente asimilados por mis neuronas, creo que Stalker es mejor película (por favor, no se olvide nunca el carácter totalmente subjetivo de “mejor” en estos tópicos).
Stalker, en contenido, ofrece una riqueza impresionante. La presentación de dicha riqueza, además, resulta magistral: la sutileza domina los movimientos de cámara, con tomas de longitud justa, y con acercamientos (como el del inicio, en la habitación) bastante lentos, perfectos para capturar la atención y fomentar el análisis sobre lo que está sucediendo. En esta película la idea de tiempo corresponde con la fluidez de la cámara: todo transcurre sin saltos; observas, pero sin interrumpir la historia que se desarrolla. En relación con el espacio, hay algo notable: se construye la escena sin mostrarla toda, recurriendo para ello a la mente del espectador. Desde el comienzo la película es genial en este sentido. Por ejemplo, el bar no se muestra, pero lo sugieren, más allá del muro. Y cuando aparece el Escritor, la cámara no permite observar de qué lugar procede éste, sugiriendo implícitamente la presencia de otro espacio. Al respecto, leí que Tarkovsky dijo:
I think, that as little as possible (of film) has to be shown, and from that little the audience has to build up the idea of the rest… the symbol in cinema is a sort of nature, of reality. Of course, it isn’t a question of details, but of what is hidden.
En este sentido, la aproximación artística de Tarkovsky coincide con la de autores como H.P. Lovecraft, defensores de este tipo de reconstrucción mental. Adicionalmente, las películas de Tarkovsky son generosas en simbolismo. En el caso de Stalker, tenemos como algunos ejemplos al tren, al perro, y principalmente, a la Zona (símbolo supremo de la película). En general, con la “zona” Tarkovsky nos enfrenta a la perpetua ansiedad humana por satisfacer sus deseos, sin conocer muy bien el significado de lo que desean, sin saber si la visita a la “zona” les permitirá fortalecerse o autodestruirse.
Ninguno de los personajes me resulta simpático. Stalker, Científico, Escritor, esposa, hija… todos me provocan antipatía. Tal vez la esposa se erige en especie de antítesis frente al cinismo que carcome a otros, como el Escritor y el Científico. Sin embargo, a pesar de lo difícil que resulta simpatizar con él, la dimensión humana del Stalker es fascinante. Es un hombre con un propósito vital extravagante. ¿Qué gana realmente llevando gente a la Zona? ¿Quiere confirmar algo para sí mismo? ¿La manera en que se aferra a las reglas para defenderse del supuesto peligro extremo en tránsito a la Zona, es el reflejo de las dudas que lo consumen?
Una palabra para la escena final, con Monkey: impactante. Muchas interpretaciones son posibles. ¿La complejidad de lo paranormal, o la sencillez del paso del tren?
Y no comentaré sobre la música magistral aportada a la película por ese otro genio, Eduard Artemyev. Aquí está el tema principal de Stalker, una delicia:
Ayer vi la que supuestamente es la última entrega de Shrek: Shrek Forever After. Como en las anteriores películas de la saga, mi personaje favorito es Burro. Simplemente me hace reír demasiado; sólo verlo causa gracia. Agréguese al Gato con Botas, y sus famosas secuencias de “ojitos”, y mi diversión está garantizada. Por cierto, la gente de DreamWorks Animation trabaja en una película “protagonizada” por el Gato con Botas (Puss in Boots); mis expectativas son altas.
Ciertamente, se nota que han “estirado” la historia para arribar al argumento narrativo de esta película. Pero estoy dispuesto a tolerar casi cualquier excusa para las aventuras de Shrek. Tolero también que el villano Rumpelstiltskin reciba lo que a mi juicio son demasiados minutos en pantalla. Mi favorita continúa siendo Shrek 2, pero pasé un buen rato con esta película. Varios juegos de palabras, el ingenio de ese burro inconfundiblemente llamado Burro, las apariciones graciosas del (ahora gordo) Gato con Botas, una música excelente (fui muy feliz al escuchar “Top of the World” de The Carpenters), y una realización impecable. Nada que produzca sanas risas puede ser malo.