Aparecen por doquier, nacen de la tierra en un instante. Infinitas, te persiguen donde vayas. Es la misma hormiga, con mil cuerpos. Hambrientas, sedientas. Además, pronto llegarán los vientos más fríos: por eso surcan la tierra y recolectan cuanto pueden, infatigables, anticipándose al rigor de la vecina temporada. Por eso, si te descuidas un rato, si te entregas a la inmovilidad durante algunos minutos, sentirás el pinchazo, el recorrido, la reunión sobre tu piel. El día que la naturaleza así lo decida, cuando las condiciones ambientales tornen imposible la vida humana en este planeta, ellas reinarán en la tierra. O acaso ya reinan, o acaso han reinado siempre. Hombre diminuto y prepotente, estás aquí, cuando mucho, desde hace un millón de años. Los insectos, cuando poco, han ocupado la Tierra por más de 400 millones de años.
Dice Miguel Hernández: El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende. Conocimiento que nos acompaña toda la vida, el hambre del cuerpo no puede ocultarse. El mundo tiene hambre. Se llenan los estómagos, pero no se alimenta el cuerpo. El hombre actual, prisionero de múltiples compromisos, comensal entre la prisa, lo temporal y las bocinas del tráfico allá afuera, depende de alimentación rápida, a la vuelta de la esquina, alta en calorías, baja en nutrientes efectivos. Lentamente, feliz entre cajas felices, rodeado de sonrisas, combos y promociones, va desnutriéndose. Come y No Come. Y sin embargo, peor para el hombre que, literalmente a secas, No Come. Hace 3 días la ONU declaró estado de hambruna en unas regiones al sur de Somalia. La peor crisis humanitaria del mundo, dicen. Que las familias se desplazan hacia la capital en procura de alimento y abandonan por el camino a los hijos con menos posibilidades de sobrevivir, dicen para que se cumpla lo que Darwin dijo. Que la situación se agravará en los próximos meses, dicen. Que la sequía es la culpable, dicen. Y ésa es la gran mentira. El culpable es un claroscuro bípedo que se hace llamar única forma de vida inteligente en el planeta Tierra, capaz de hermosas obras de luz, pero también capaz de las mayores abominaciones y estupideces: noticias como ésta lo ejemplifican.
II
De Somalia nos llegan, desde hace tiempo, noticias negativas. Cierta organización de inteligencia que gusta de aparecer en películas de serie B y en golpes de estado parece haber encontrado un fértil campo de acción en Somalia. Otra clase de piratas, los autóctonos, aterrorizan al mundo y particularmente al transporte marítimo internacional. Y desde hace años se ha advertido sobre las adversas condiciones de la agricultura africana, anticipando y explicando las hambrunas, sin que muchos se hayan preocupado por eso. ¿Por qué esta barbarie, esta desidia? Volvamos a Miguel Hernández:
Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.
Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.
Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.
¡Grande Miguel, infinito!
III
Me contó mi hermana que en la televisión entrevistaban a un niño deportista. Ante la pregunta “¿Cuál es tu comida favorita?”, el chiquilín respondió: “Bueno, a mí me gustan el fresco y las chucherías”[ref]En Venezuela, fresco = refresco, chucherías = golosinas.[/ref]. No lo vi, pero me causa gracia la respuesta del chiquilín. Espero que también pueda comer otras cosas, para que esté bien nutrido y disfrute su deporte favorito.
IV
Un hombre es todos los hombres, y sus acciones reproducen o prefiguran las de otros. La barbarie en África pudo haber nacido en mí, o en usted. El Gran Colisionador de Hadrones es un triunfo mío, suyo, de todos. El hambre de un pueblo africano es el hambre de cualquier pueblo latinoamericano. La solución inicia por comprender que todos somos reflejo y extensión de otros hombres y mujeres.
V
Hablando de soluciones: a la ONU le gusta equiparar solución con dinero. La ONU sabe como nadie que Poderoso caballero es Don Dinero. En el caso de la hambruna somalí, 300 millones de dólares para empezar. No defiendo al idealismo romántico ni comunista: el dinero es necesario, siempre es parte de la solución. El detalle está en comprender que el dinero es sólo un soplo de aire sobre la herida abierta: calma el ardor unos segundos, pero no cierra la herida. Se requiere mucho más que dinero.
VI
Más que dinero, se requiere integración, y creo que las tecnologías de la información tendrían un rol importantísimo en dicha integración. África está muy aislada, porque así lo anhelan y lo favorecen las potencias que aún hoy continúan saqueándola. Ingenuo quien cree que el colonialismo es una realidad proscrita.
VII
Un ejemplo. Usted y yo podemos estar en desacuerdo con Gaddafi. Habrá gente para quien sea un héroe y habrá gente que lo verá como un monstruo. Pero la pregunta principal es: ¿qué culpa tienen los civiles que mueren por los bombardeos de la OTAN? Otra vez, cuestión de definiciones: a la OTAN le gusta equiparar solución con violencia. Por cierto, un político francés se vanagloriaba recientemente de ver la bandera gala enarbolada en tierras libias. Repito: ingenuo quien cree que el colonialismo es una realidad proscrita.
VIII
Sobre un organismo internacional más cercano: los republicanos quieren recortar el aporte financiero de Estados Unidos a la OEA. La crisis económica está obligando a los Estados Unidos a recortar gastos, y algunos ven con beneplácito ahorrarse esos dólares que van a alimentar a un organismo que no favorece automáticamente todo lo que a Estados Unidos se le antoje. Dicen que la OEA favorece a Chávez y a los mini-Chávez, y éstos dicen que la OEA favorece “al Imperio”. Yo no sé a quién favorece la OEA, si es que favorece a alguien. Lo que se me viene a la mente es un símil cruel, acaso injusto: una puta cara que pagan entre varios y el que más pagó reclama el derecho a disfrutar más tiempo los favores de la contratada. El sabio supremo zanjaría este asunto diciendo: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
IX
El Wall Street Journal se pregunta: ¿Qué hace que un par de jeans cueste US$300? La respuesta es vergonzosamente obvia: el mercado. Ese mismo mercado que algunos idolatran sin saber bien de qué se trata, sin conocer las reglas del juego. Ese mismo mercado hará que los jeans a 300 dólares mantengan su condición de outliers. La clave está en el final del artículo: “Lubell calcula que sus jeans que cuestan US$300 podrían venderse a US$40 si fueran fabricados en China.”
X
Dice Miguel Hernández lo que quiero decir: El mundo es como aparece / ante mis cinco sentidos, / y ante los tuyos que son / las orillas de los míos.
I
Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.
II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde
filoso de la noche.
III
Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia.
IV
Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene.
V
Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona
el viento en el umbral.
VI
Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.
VII
La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos.
VIII
Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.
IX
Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones.
X
Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé.
Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro.
XI
Al negro sol del silencio las palabras se doraban.
XII
Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola.
Hay alguien aquí que tiembla.
XIII
Aun si digo sol y luna y estrella me refiero a cosas que me suceden. ¿Y qué deseaba yo?
Deseaba un silencio perfecto.
Por eso hablo.
XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.
XV
Delicia de perderse en la imagen presentida. Yo me levanté de mi cadáver, yo fui en busca de quien soy.
Peregrina de mí, he ido hacia la que duerme en un país al viento.
XVI
Mi caída sin fin a mi caída sin fin en donde nadie me aguardó pues al mirar quién me aguardaba
no vi otra cosa que a mí misma.
XVII
Algo caía en el silencio. Mi última palabra fue yo pero me refería al alba luminosa.
XVIII
Flores amarillas constelan un círculo de tierra azul. El agua tiembla llena de viento.
XIX
Deslumbramiento del día, pájaros amarillos en la mañana. Una mano desata tinieblas, una mano arrastra
la cabellera de una ahogada que no cesa de pasar por el espejo. Volver a la memoria del cuerpo,
he de volver a mis huesos en duelo, he de comprender lo que dice mi voz.
Nota: Brillante. ¿No es infinito lo de “Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste.”?
Quelques faits semblent établis. Les auteurs de ce virus ont disposé de temps (environ dix « années-ingénieur » de travail) et de connaissances rares. « L’analyse de son code indique clairement que Stuxnet n’a pas pour but d’envoyer un message ou de démontrer un concept, écrit Langner. Il s’agit de détruire [des] cibles. »
Soit f une fonction localement intégrable sur R et de période T. f admet des limites à droite et à gauche en tout point dans l’intervalle réel où elle est défini, et est conforme aux conditions de Dirichlet. Ensuite les coefficients de Fourier réels de f sont calculés comme suit:
Tenía varios días leyendo el volumen con los cuentos completos de Juan Carlos Onetti. Desde el excelso prólogo de Antonio Muñoz Molina, hasta Bichicome -el último de los cuentos-, he apreciado con fervor, a veces con fanatismo, toda esta literatura. Puedo señalar, en orden, algunos cuentos favoritos: Jacob y el otro, El álbum, La cara de la desgracia. Puedo, también, encontrar reminiscencias de la Sonya de Dostoievsky en el cuento Mascarada. Tampoco pude evitar pensar en el cuento La noche que lo dejaron solo de Juan Rulfo cuando leí El obstáculo. Sin embargo, sorpresas mayores esperan cuando se leen La larga historia y La cara de la desgracia: es una demostración irrefutable de que los seres superiores existen.
Ayer vi el estreno de Albert Herring en Film & Arts. Mi apreciación resulta positiva; destaco el balance entre la comicidad y los temas más oscuros, principalmente el torbellino alrededor de Albert. Mis únicos y casi imperceptibles “pataleos” están relacionados con mis expectativas no cumplidas de mayor comedia… el guión en sí es muy divertido, pero por alguna razón se perdía parte de la “gracia” durante la puesta en escena. Tal vez son exageraciones mías.
Albert Herring es una ópera cómica de Benjamin Britten, con libreto de Eric Crozier (basado en la novela “Le Rosier de Madame Husson” de Guy de Maupassant). 3 actos; el contexto ha sido trasladado de Francia a Inglaterra. Con una escenificación muy moderna, y unas actuaciones soberbias (sobre todo la de Allan Clayton como Albert), ésta es una ópera muy recomendable.
Uno de los proyectos en los que actualmente participo está orientado a la pedagogía escolar, combinando tecnologías de la información y la narrativa de historias. Concretamente, me ha correspondido trabajar con un cuento clásico de Oscar Wilde, “El Príncipe Feliz”, e implementar una serie de actividades educativas en torno a esta historia. El cuento es muy conmovedor, puedo apreciarlo ahora; pero cuando lo leí por primera vez, en mis años infantiles, el cuento me pareció insoportable por tristísimo. Hoy, “El Príncipe Feliz” me parece una obra maestra… ¿ventajas de la inocencia perdida?
La traducción con la que me guío está firmada por Ricardo Baeza… y ya, sin más datos. El libro no contiene ninguna información sobre Ricardo Baeza, y mucho menos indica el año en que completó su loable traducción. Raramente me intereso en la ficha de los traductores, y el nombre Ricardo Baeza seguramente habría sido devorado por mi olvido si no hubiese sentido la tenaza de un capricho que relataré ahora mismo. En la versión original de “The Happy Prince” -en una de las tantas referencias a Egipto por parte de la golondrina- hay una parte que textualmente va así:
At noon the yellow lions come down to the water’s edge to drink. They have eyes like green beryls, and their roar is louder than the roar of the cataract.
El Sr. Ricardo Baeza lo tradujo como sigue:
A mediodía, los leones fulvos bajan a beber a la orilla del río. Tienen los ojos como berilos verdes y sus rugidos son más sonoros que los rugidos de la catarata.
Qué palabra más rara. Fulvo. Los leones fulvos. ¿Qué tanto debe modificar este adjetivo mi recreación mental de los félidos? Mis diccionarios Larousse para consulta rápida no sabían nada. El DRAE me miró con compasión, respondiendo a mi pregunta con silencio. Mis enciclopedias favoritas no registraban esa palabra. Sin embargo, una enciclopedia que no tocaba desde mis años de liceo, arrojó las primeras luces:
fulvípedo: Zool. Aplícase al animal que tiene las patas de color rojo.
fulvirrostro: Zool. Aplícase al animal que tiene el pico o rostro de color pardo o rojo.
Ah, qué fiel has sido siempre, Quillet[ref]Diccionario Enciclopédico Quillet, Editorial Argentina Arístides Quillet S. A., Buenos Aires, 1973.[/ref]. El primer impulso conduce a equiparar fulvo con rojo, pero entonces la traducción es aberrante, porque jamás yellow lions = leones rojos. ¡Pero toda la traducción del cuento es impecable! Me negaba a ver la traducción de “fulvo” como un desafortunado outlier. El instinto me condujo al viejo diccionario de latín de mi madre[ref]Diccionario Ilustrado Latino-Español y Español-Latino de Vicente Blanco García, Madrid, 1962.[/ref], y allí me encontré con esto:
Ahora sí estaba perdido. Rojo, amarillo o verde. ¿Una sola palabra para tres colores? Para este caso particular, aceptaré “amarillo dorado”, y asunto resuelto. Leones amarillo dorado. La vida sigue. No obstante, algunos días después, me encontré con otra traducción que ponía “leones rojizos”. La curiosidad me hizo buscar “fulvo” en Google, y aparecieron imágenes y referencias a animales:
Las tórtolas diamantes pueden demostrar varias coloraciones diferentes. Las primeras tenían todas el plumaje plateado, pero ahora ya se ve versiones de color crema, fulvo, marrón rojo y azules.
La coloração, al largo del tronco, es azul-acero (color entre el negro y lo plata) y fulvo (castanho intenso y brillante) en el rostro, patas y pecho.
Rubicán: Se aplica al caballo de pelo mezclado de blanco y rojo. Equus albo et fulvo coloribus mixtus.
¿Rojizo entonces? Se me ocurrió preguntarle a una persona que sabe mucho de varios temas, y si no sabe lo averigua. En un correo al Dr. Osvaldo Butorovich le comuniqué mis dudas sobre esta palabra, y le pregunté si se la había encontrado en su experiencia como veterinario. El Dr. Butorovich, además de sabio, es gentil. A los pocos días recibí una respuesta: su investigación lo condujo hasta el italiano, y averiguó que “fulvo” designa el pelaje de los animales, remitiendo específicamente al color del león, con distintos matices. Además, agrega (copio textualmente): “Así, en los caballos podría hablarse de alazán, en los pájaros pardo o castaño, y en los perros, en diversas razas, como el Cane Corso o el Gran Danés, por dar dos ejemplos, se habla, justamente, de color leonado.”. Mayor claridad imposible; duda resuelta. Un diccionario italiano me dice, sobre fulvo: “biondo rosseggiante, come il pelo del leone”. Fulvo designa, específicamente, al color del león en sus diversos matices. Hay ejemplos bastante concretos de este significado, como sucede con el gyps fulvus o buitre leonado. Mi gratitud para el Dr. Butorovich.
De modo que fulvo le evita al traductor la incomodidad de escribir “leones leonados”. Y sin embargo, aún no deja de parecerme curiosa su elección de fulvo. ¿Por qué no traducir “yellow” directamente como “amarillo”? De hecho, la mayoría de las traducciones que he visto de este cuento de Wilde usan “amarillo”. “yellow” proviene del inglés arcaico “geolu”, relacionado a su vez con la palabra latina “helvus”. Pero en todos los diccionarios latinos que consulté, “helvus” remite inequívocamente al color amarillo, a un tono amarillento. ¿Consideró Baeza que “amarillo” no refleja el color del león, el cual corresponde realmente a un tono más pardo, más rojizo? Quizás por eso su elección. Fulvo. Quién sabe. Ricardo Baeza fue escritor, editor, embajador y traductor. Vertió al español casi toda la obra de Oscar Wilde, incluyendo sus obras de teatro “Una mujer sin importancia”, “Un marido ideal”, “El abanico de Lady Windermere” y “La importancia de llamarse Ernesto”[ref]”De las vanguardias a la Guerra Civil”, por Miguel Gallego Roca en “Historia de la traducción en España”, Editores: Francisco Lafarga y Luis Pegenaute, Editorial Ambos Mundos, Salamanca, 2004.[/ref]. Por casualidad también he encontrado que Baeza formó parte del jurado que declaró a Doña Bárbara (del ilustre venezolano Rómulo Gallegos, incluso presidente durante unos meses en el terrible 1948) la mejor novela de Septiembre de 1929 en España, lo cual constituyó el punto de partida para la difusión internacional de esta obra clásica de la literatura venezolana. Aquí hay un buen perfil, con retrato incluido, de Ricardo Baeza.