Es la primera medalla dorada de Venezuela en unos Juegos Olímpicos desde la presea de Francisco “Morochito” Rodríguez en México 1968. El segundo oro olímpico del país. Hay venezolanos que hacen que uno sienta el orgullo de haber nacido en esta tierra. Venezolanos que logran que la idea de patria adquiera sentido. Gracias, Rubén.
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Retazos de una mañana fría
Dos manjares venezolanos
Hace pocos días comí las primeras hallacas de este año, deliciosas hallacas, otro anuncio de la navidad en Venezuela. Como era de esperar, las mejores hallacas son las de mi mamá.
Excelentes hallacas, sabor de casa. Si gusta, puede coronar su comida con un poco de dulce de mango, también por cortesía de la casa. Yo imagino que la ambrosía debe saber a dulce de mango :D. Y estos dos manjares venezolanos vienen muy bien para celebrar el triunfo de la vinotinto anoche.
Bochinche y más bochinche
Bochinche, bochinche, esta gente no sabe hacer sino bochinche.
Nota: Esa madrugada, Carlos Soublette, edecán de Miranda, despierta al Generalísimo y le informa que un grupo de sus oficiales, entre los cuales estaban Simón Bolívar, Miguel Peña y Manuel María Casas, se habían presentado a esas horas. Dese preso, General -dice Bolívar. Entonces Miranda respondió con lo del bochinche. Frase perfecta y clarividente, resume buena parte de lo que ha sido la historia política venezolana posterior a esa madrugada.
La moza
Hoy, Día del Gaitero, encontramos motivación para publicar aquí nuestra gaita favorita, La moza, interpretada por Maracaibo 15. Era hora de presentar algo de música venezolana.
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Aquí en Venezuela la gaita zuliana es sinónimo de Navidad. Y la radio, con la gaita, tiene días recordándonos la cercanía de las fiestas. Ahora escuchemos a Betulio Medina… Yo la vi cuando pasaba, yo la vi cuando venía, un mozo la cortejaba y otro más la pretendía… 😀
La política de los perros
No sé si llegó a usted la noticia de la matanza de perros en Margarita. Mejor si no. Aparte, llamarlo matanza de perros confiere al hecho una dimensión terrible; es mejor usar la terminología de las autoridades, más sana, casi inocua: profilaxis canina. Ocurrió esto hace un mes, hace dos, hace tres, etcétera. Acaso ocurrió ayer pero nadie supo. Nos dicen las autoridades que es algo de rutina: hay gente que recibe dinero del estado para salir a envenenar perros en la noche, y otros son pagados para recoger los cadáveres. Lo único risible en todo este asunto es cómo intentan defenderse las autoridades involucradas: se transfieren la culpa, apelan a la separación de funciones, a que esos perros eran muy mordelones, a que no fui yo que fuiste tú que aquí el único culpable es el perro. Y casi que, por favor, eso lo hemos hecho desde hace tiempo y sólo ahora es cuando vienen a enterarse. Por favor, los matamos para cuidarlos a ustedes, para que no los muerdan esos perros, para que no les transfieran repugnantes enfermedades. Agradecidos deberían estar. No hay plata para refugios caninos (por favor, ¡no hay plata ni para darle de comer a la gente!), por tanto lo más lógico es recurrir a la estricnina.
Hace muchos años, en un centro de poder político, vi a un funcionario recibir una carta. Soberbio, la leyó ante los presentes: se trataba de un grupo de familias que habían sido damnificados por las lluvias y estaban solicitando colaboración para construir casas. Después de terminar su lectura, el funcionario dijo, en alta voz: “Siempre he sostenido que la solución a estos problemas de pobres y gente sin casa es agarrar a toda esa gente, meterlas en un hueco grande y prenderles candela”. Así se expresan de la gente, de los mismos que votan por ellos… ¿cómo sorprenderse ante el tratamiento que confieren a los perros?
Pocas horas después de aparecida esta noticia, tomé esta foto en la Basílica de Nuestra Señora del Valle del Espíritu Santo. Este perrito, vistas las cosas, ha decidido buscar protección especial.
228
Hoy, 228 años. Es tu gloria una certidumbre, tu vida una leyenda, tus luchas una renovación perenne.
La Espera
Desde chiquito viendo a la selección… perder. Venezuela nunca apareció asociada a los resultados positivos en el fútbol. Prácticamente no existía aquí la cultura del fútbol, y era muy bajo el porcentaje de gente que seguía los juegos de la selección. Total, nuestra selección era la única de Suramérica con una garantía inflexible: la derrota. La victoria de esta noche, ese 2-1 contra Chile, nos coloca por primera vez en semifinales de una Copa América. Las cosas han cambiado mucho, para bien.
Que el rival de esta noche haya sido Chile me trae especiales recuerdos. No olvido un partido por las eliminatorias suramericanas para el mundial de Francia 98, por allá en el lejano 1996. Precisamente nos visitaba Chile, en Barinas. Mi evocación es clara. Era el Chile de Zamorano, Salas, Tapia… era la Venezuela de Stalin Rivas, Tortolero, Dudamel, Castellín. Relataba Lázaro Candal. Inesperadamente, comenzamos ganando con un gol de Diony Guerra. Y el marcador se mantuvo así, hasta el minuto 90. Ah, pero era la pobre Venezuela quien estaba ganando, y ¿qué era Venezuela? Eran los puntos que se llevaban automáticamente todas las otras selecciones suramericanas. Entonces el árbitro, presto a corregir entuertos, extendió el tiempo por varios minutos, tantos como hicieron falta para que el visitante empatara. Supongo que arbitrar una victoria venezolana en aquel tiempo significaba una deshonra.
Pero esta noche la historia es otra, y me permito celebrar con mis recuerdos, relajarlos. La meta es Brasil 2014. Felicitaciones a nuestra selección, honor al vencido, y gracias a ambos.
200
¡Venezuela bicentenaria! Hoy conmemoramos 200 años de la firma del Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela. Esta patria, madre de sabios y valientes, puso la piedra fundamental de la libertad suramericana el 5 de julio de 1811. En las primeras horas del 4 de julio de ese año, un joven Simón Bolívar discurría en la Sociedad Patriótica:
No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años de calma, ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos.
Este discurso impetuoso y elocuente representa, por cierto, el primer discurso bolivariano conocido. Allí en la Sociedad Patriótica se concentró la juventud pro-independentista bajo la égida de uno de los mayores colosos de la libertad de los pueblos: Francisco de Miranda, prócer fascinante, complejo, universal, adelantado a su tiempo. Miranda había traído a Venezuela su experiencia en las revoluciones de Europa y Norteamérica, su destreza para la dirección política de las fuerzas vivas de una nación, sus convicciones. Miranda, en suma, provee de impulso a una tendencia que había comenzado a gestarse mucho tiempo atrás (la realidad es siempre anacrónica, nos recuerda Borges). El 19 de abril de 1810 el Cabildo de Caracas había logrado la renuncia de Vicente Emparan, militar designado por España para gobernar la Capitanía General de Venezuela. Y antes, otros desconocimientos a la autoridad española: conspiración de los mantuanos (1808), conspiración de Manuel Gual y José María España (1797), rebelión del negro José Leonardo Chirinos (1795). El propio Miranda, en 1806, desembarca en Coro con una pequeña expedición libertadora que alcanza casi ninguno de los objetivos propuestos. Pero no es perseverancia lo que falta a Miranda, y por eso en 1811 lo vemos como gran figura de la fundación republicana.
La España de entonces, no hay que olvidarlo, estaba ocupada por las tropas napoleónicas. El reinado de Carlos IV se derrumbaba (si acaso alguna vez fue firme… ¿no era Godoy quien mandaba?), y el pueblo español sufría las agonías del desgobierno de los Borbones y de la “alianza” con los franceses (que entre otras cosas había traído descalabros como la derrota de Trafalgar). Resumiendo muchísimo (el motín de Aranjuez, el levantamiento del 2 de mayo, las bochornosas abdicaciones de Bayona), España quedó bajo el mando de José Bonaparte, hermano de Napoleón, aunque el poder en realidad estaba encarnado en Joachim Murat. Fue el gobierno de José Bonaparte quien designó al Capitán General posteriormente destituido en 1810. España tenía demasiadas cosas de las que ocuparse. Además, la élite venezolana ansiaba libertad de comercio y poder político. Por ejemplo, a los productores venezolanos nunca les satisfizo la constitución de la Compañía Guipuzcoana, que monopolizaba todos los intercambios comerciales entre España y la Capitanía General de Venezuela, en perjuicio de los comerciantes locales. ¿Qué sentido tenía tributar económica y políticamente a una monarquía ilusoria? Como puede suponerse, el estado de guerra en la península ibérica también influía muy negativamente en el comercio. Una guerra que ocurría en otra parte del mundo, y con la cual ellos casi no tenían nada que ver, venía a truncar los proyectos comerciales de los venezolanos.
Y finalmente, había un pueblo que quería su tierra. Quizás la mayor figuración histórica corresponde a las élites criollas, pero más allá de las élites había un pueblo, una mixtura de estratos sociales para nada indiferentes a aquella independencia. Y este pueblo es la fuerza motriz de las grandezas (y también de las miserias, cuando ocurren) que registra la historia de un país.
Enhorabuena a todos los venezolanos. El 5 de julio de 1811 es una estampa de nuestro origen, un recuerdo de nuestra procedencia. La historia de la independencia de Venezuela es la historia de un pueblo ilustrísimo, de un espíritu colectivo inmenso e infatigable, merecedor de todo el honor, de toda la gloria.
Azul, Azul
Hace unos días le comentaba a mi mamá sobre el Repertorio Poético Hispanoamericano, una genial iniciativa de Alejandro Morales-Loaiza, y además, un proyecto imperdible y de visita totalmente recomendable. Algunas semanas atrás, había sugerido yo la inclusión de un poema de Bécquer que me ha gustado desde niño, la “Rima LXI”. Mi mamá me pidió que consultara con Alejandro la posibilidad de que se incluyera en el repertorio un poema que ella estima mucho, del cumanés Cruz Salmerón Acosta. Se trata de “Azul”, una preciosura de poema; dos cuartetos y dos tercetos, con versos endecasílabos: un soneto. Además, Alejandro lo ha grabado, y el resultado final es impecable, solemne, emotivo.
Leerlo y escucharlo aquí: Azul.