Not so unwonted

It seems unwonted is not so unwonted. Esta madrugada me llegaban los ecos de wont. En alguna parte había visto, recientemente, esa palabra de la cual sin duda deriva unwonted. Un poco de paciencia fue suficiente inversión para obtener la respuesta. En el segundo párrafo de The Cask of Amontillado, Poe escribe:


It must be understood that neither by word nor deed had I given Fortunato cause to doubt my good will. I continued as was my wont, to smile in his face, and he did not perceive that my smile now was at the thought of his immolation.

Recordé que en una lectura de ese cuento acudí al diccionario por causa de wont: adj. accustomed; used (usually followed by an infinitive): He was wont to rise at dawn. Claramente, el significado de unwonted se desprende de esta definición.

200

¡Venezuela bicentenaria! Hoy conmemoramos 200 años de la firma del Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela. Esta patria, madre de sabios y valientes, puso la piedra fundamental de la libertad suramericana el 5 de julio de 1811. En las primeras horas del 4 de julio de ese año, un joven Simón Bolívar discurría en la Sociedad Patriótica:


No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos años de calma, ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es perdernos.

Este discurso impetuoso y elocuente representa, por cierto, el primer discurso bolivariano conocido. Allí en la Sociedad Patriótica se concentró la juventud pro-independentista bajo la égida de uno de los mayores colosos de la libertad de los pueblos: Francisco de Miranda, prócer fascinante, complejo, universal, adelantado a su tiempo. Miranda había traído a Venezuela su experiencia en las revoluciones de Europa y Norteamérica, su destreza para la dirección política de las fuerzas vivas de una nación, sus convicciones. Miranda, en suma, provee de impulso a una tendencia que había comenzado a gestarse mucho tiempo atrás (la realidad es siempre anacrónica, nos recuerda Borges). El 19 de abril de 1810 el Cabildo de Caracas había logrado la renuncia de Vicente Emparan, militar designado por España para gobernar la Capitanía General de Venezuela. Y antes, otros desconocimientos a la autoridad española: conspiración de los mantuanos (1808), conspiración de Manuel Gual y José María España (1797), rebelión del negro José Leonardo Chirinos (1795). El propio Miranda, en 1806, desembarca en Coro con una pequeña expedición libertadora que alcanza casi ninguno de los objetivos propuestos. Pero no es perseverancia lo que falta a Miranda, y por eso en 1811 lo vemos como gran figura de la fundación republicana.

La España de entonces, no hay que olvidarlo, estaba ocupada por las tropas napoleónicas. El reinado de Carlos IV se derrumbaba (si acaso alguna vez fue firme… ¿no era Godoy quien mandaba?), y el pueblo español sufría las agonías del desgobierno de los Borbones y de la “alianza” con los franceses (que entre otras cosas había traído descalabros como la derrota de Trafalgar). Resumiendo muchísimo (el motín de Aranjuez, el levantamiento del 2 de mayo, las bochornosas abdicaciones de Bayona), España quedó bajo el mando de José Bonaparte, hermano de Napoleón, aunque el poder en realidad estaba encarnado en Joachim Murat. Fue el gobierno de José Bonaparte quien designó al Capitán General posteriormente destituido en 1810. España tenía demasiadas cosas de las que ocuparse. Además, la élite venezolana ansiaba libertad de comercio y poder político. Por ejemplo, a los productores venezolanos nunca les satisfizo la constitución de la Compañía Guipuzcoana, que monopolizaba todos los intercambios comerciales entre España y la Capitanía General de Venezuela, en perjuicio de los comerciantes locales. ¿Qué sentido tenía tributar económica y políticamente a una monarquía ilusoria? Como puede suponerse, el estado de guerra en la península ibérica también influía muy negativamente en el comercio. Una guerra que ocurría en otra parte del mundo, y con la cual ellos casi no tenían nada que ver, venía a truncar los proyectos comerciales de los venezolanos.

Y finalmente, había un pueblo que quería su tierra. Quizás la mayor figuración histórica corresponde a las élites criollas, pero más allá de las élites había un pueblo, una mixtura de estratos sociales para nada indiferentes a aquella independencia. Y este pueblo es la fuerza motriz de las grandezas (y también de las miserias, cuando ocurren) que registra la historia de un país.

Enhorabuena a todos los venezolanos. El 5 de julio de 1811 es una estampa de nuestro origen, un recuerdo de nuestra procedencia. La historia de la independencia de Venezuela es la historia de un pueblo ilustrísimo, de un espíritu colectivo inmenso e infatigable, merecedor de todo el honor, de toda la gloria.

Unworldly

Por esa reprobable costumbre de pasar frente a los libros y extender el brazo, me reencontré con el diccionario Larousse inglés-español, viejo compañero del liceo. Lo abrimos y recordamos el proverbio hindú: “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Nos fijamos directamente en una palabra infrecuente: unworldly: adj. espiritual; ingenuo. En resumen, ajeno a este mundo, por espiritual o por ingenuo. La curiosidad nos incita a buscar esta palabra en el diccionario que está al lado, un Webster que compré con mi papá, una tarde calurosa, cuando el inglés de la facultad exigía un poco más. En el lugar donde esperaba encontrarme con unworldly, justo antes del decididamente peyorativo unworthy, apareció el desconocido unwonted: adj. not common or usual; rare. Pensamos, algo divertidos: Really, unwonted is unwonted. Such an honest word!.

Vuelvo a colocarlos en el estante, como amigos que retornan a la calma de la espera. Y si el tiempo se llama olvido, que me perdonen mientras tanto.

Groucho

Caricature of Groucho Marx (by Greg Williams).

 
My favorite Groucho’s quotes:

  • Those are my principles, and if you don’t like them… well, I have others.
  • I find television very educating. Every time somebody turns on the set, I go into the other room and read a book.
  • From the moment I picked your book up until I laid it down I was convulsed with laughter. Someday I intend reading it.
  • I intend to live forever, or die trying.

Y alegre, el jibarito va cantando así

Un lamento. El tiempo pasa, pero el jibarito aún sufre el lamento en la perla de los mares, tierramar del Edén inmenso que bien puede ser toda América: Borinquen. Va cantando alegre porque Rafael Hernández así lo ha querido. Y he querido yo recordar la interpretación de Caetano Veloso, singular, muy a mi gusto[ref]Caetano Veloso incluyó este tema en su disco Fina Estampa (1994), uno de mis discos favoritos.[/ref].

Lottery on June 27th

The morning of June 27th was clear and sunny, with the fresh warmth of a full-summer day; the flowers were blossoming profusely and the grass was richly green. The people of the village began to gather in the square, between the post office and the bank, around ten o’clock; in some towns there were so many people that the lottery took two days and had to be started on June 2th. but in this village, where there were only about three hundred people, the whole lottery took less than two hours, so it could begin at ten o’clock in the morning and still be through in time to allow the villagers to get home for noon dinner.

Así inicia uno de los mejores cuentos que he leído, el clásico de Shirley Jackson: The Lottery. Además del virtuosismo para invocar y transmitir el horror del azar, encuentro fascinante en este relato la insospechada y magistral revelación del barniz de cotidianidad, de rutina y acaso de felicidad que recubre una realidad abominable y fatal.

Preaching the blues

De los inagotables talentos de Hugh Laurie ha brotado también un gran disco de blues, Let them talk (2011), altamente recomendado. Grandes versiones de inmortales clásicos del blues (¡el piano en St James’ Infirmary es maravilloso!).

Ya en su anterior álbum, Tell ‘Em What Your Name Is! (2009), anunciaban estar listos para grandes desafíos (tengo un cariño especial por la pieza Humpin’ de ese disco). Ahora, su nuevo disco, Scandalous (2011) es música de la buena de principio a fin. De allí proviene Livin’ in the Jungle, y otros temazos como She’s so Scandalous y el genial cover del clásico de Ivory Joe Hunter, Since I met you baby. 5/5 para este disco.

Borges, Russell, Dos Libros

Y por eso prefiero la información en el estado más prístino posible, libre de ripios e inyecciones arteras, intencionadas. Quiero que el núcleo de la noticia sea el hecho, lo ocurrido, sin especulaciones de ningún tipo, sin injerencias de todos los “comunicadores” que se interponen entre el hecho y nosotros los receptores de la información. Esto, lo admito, es sólo un ideal. El observador es un componente esencial del hecho (remito al gato de Schrödinger): unos muchachos salen a la calle con los bolsillos llenos de piedras a protestar porque no tienen agua ni luz en el liceo o se agrupan en plazas de España o acuden semidesnudos a una tienda que acierta en extravangancia y ardid publicitario; si nadie observa y comunica estos hechos simplemente puede asumirse que jamás ocurrieron. El hecho, desprovisto del observador, es un gato en una caja: puede estar vivo, puede estar muerto. En esta acción de observación y comunicación irreversiblemente se entrometerán los prejuicios, experiencias y convicciones del observador-comunicador. Así, la información prístina es una utopía, pero en todo caso queda establecida mi predilección por lo que más anhele o intente parecerse a esta utopía.

Dicho esto, se justificará el recelo que guardo a las columnas de opinión en la prensa de todos los días. Y como muchos de los diarios a los que tengo fácil acceso están contaminados de opinión hasta en lo inopinable, resulta comprensible, creo, mi revisión somera y a veces inexistente de tal prensa. No me repugna que casi siempre estas opiniones se erigen en tribunas para el odio y el egoísmo, o ansían y se obsesionan con la solidaridad del lector, o tributan la estupidez, o nada aportan a la solución (como ejemplo de lo infructuoso de las opiniones fijarse, por ejemplo, en este párrafo), porque, al parecer, funciona así desde la primera vez: todos opinamos incluso si a nadie le importa nuestra opinión. No obstante, lo que me resulta casi aborrecible es el gran titular que supuestamente ofrece información en el estado más puro posible, y sin embargo sólo me informa sobre las tendencias particulares del directorio editorial: puro veneno. Con los años, y a fuerza de ponerse el gorro CIP (Crédulo, Ingenuo y Pendejo) para luego desencantarse, uno aprende a, más o menos, defenderse contra estas intrusiones, estos artificios de la des-comunicación. Así como ellos filtran, el lector también debe aprender a filtrar, a entender que por lo general la premisa más importante es la que no se menciona. La sabiduría Borgiana advierte sobre este asunto en “Dos Libros” (Otras Inquisiciones, 1952). Luego de comentar el apasionamiento político de un libro de Wells, Borges aprovecha unos ensayos de Bertrand Russell:

Let the People Think es el título de una selección de los ensayos de Bertrand Russell. Wells, en la obra cuyo comentario he esbozado, nos insta a repensar la historia del mundo sin preferencia de carácter geográfico, económico o étnico; Russell también dispensa consejos de universalidad. En el tercer artículo – “Free thought and oficial propaganda”- propone que las escuelas primarias enseñen el arte de leer con incredulidad los periódicos. Entiendo que esa disciplina socrática no sería inútil. De las personas que conozco, muy pocas la deletrean siquiera. Se dejan embaucar por artificios tipográficos o sintácticos; piensan que un hecho ha acontecido porque está impreso en grandes letras negras; confunden la verdad con el cuerpo doce; no quieren entender que la afirmación: “Todas las tentativas del agresor para avanzar más allá de B han fracasado de manera sangrienta” es un mero eufemismo para admitir la pérdida de B. Peor aún: ejercen una especie de magia, piensan que formular un temor es colaborar con el enemigo… Russell propone que el Estado trate de inmunizar a los hombres contra esas agüerías, y esos sofismas. Por ejemplo sugiere que los alumnos estudien las últimas derrotas de Napoleón, a través de los boletines del Moniteur, ostensiblemente triunfales. Planea deberes como éste: una vez estudiada en textos ingleses la historia de la guerra con Francia, reescribir esa historia desde el punto de vista francés. Nuestros “nacionalistas” ya ejercen ese método paradójico: enseñan la historia argentina desde un punto de vista español, cuando no quichua o querandí.

El sucesor de ese párrafo tampoco elude el brillo, la elocuencia o la erudición:

De los otros artículos, no es el menos certero el que se titula “Genealogía del fascismo”. El autor empieza por observar que los hechos políticos proceden de especulaciones muy anteriores y que suele mediar mucho tiempo entre la divulgación de una doctrina y su aplicación. Así es: la “actualidad candente”, que nos exaspera o exalta y que con alguna frecuencia nos aniquila, no es otra cosa que una reverberación imperfecta de viejas discusiones. Hitler, horrendo en públicos ejércitos y en secretos espías, es un pleonasmo de Carlyle (1795-1881) y aún de J. G. Fichte (1762-1814); Lenin, una transcripción de Karl Marx. De ahí que el verdadero intelectual rehuya los debates contemporáneos: la realidad es siempre anacrónica.

Los que protestan, los que fueron a la tienda, yo mismo escribiendo esto, usted leyéndome… realidades que empezaron a forjarse tiempo atrás. No puede ser de otra forma: así marcha el mundo porque una inteligencia divina lo entreteje todo o porque acaso Babilonia no es otra cosa que un infinito juego de azares.

Vasilisa the Beautiful

Vasilisa (Ilustración de Iván Bilibin).

Hoy leí Vasilisa the Beautiful, un cuento popular ruso. Excelente, me gustó. Puede leerse aquí y una versión ligeramente distinta y más simple aquí. El camino hasta el cuento partió del encuentro casual con una ilustración de la bruja llamada Baba Yaga. Posteriormente, tratando de informarme más sobre esta bruja que desconocía llegué a este cuento del cual Baba Yaga es un personaje importante. Creo que el cuento apareció compilado por primera vez en el libro Russian Fairy Tails, una compilación de cuentos rusos realizada por Alexander Afanasyev. Es una historia muy buena, un cuento de hadas, una especie de cenicienta rusa. Fiel a varios estereotipos, encontramos en este cuento a la protagonista bella, virtuosa, querida, y también a la madrastra y hermanastras perversas. A la maldad de éstas sumemos el horror del bosque y sus personajes siniestros, principalmente originado en la bruja Baba Yaga. La atmósfera del cuento en cierto punto se inunda de las corrientes frías y aterradoras tan típicas de muchos cuentos  infantiles… corrientes del terror que con frecuencia me han hecho pensar que esos cuentos infantiles de infantiles tienen poco. Además de estos terrores, en varios pasajes se nota que Afanasyev no ha olvidado al lector adulto al momento de presentar la historia: el cuento incorpora metáforas complejas, descripciones rurales, esbozos agudos del tema premio-castigo.

Hay una parte del relato que quiero destacar, parte de una charla entre Vasilisa y Baba Yaga:

“I spoke not,” Vasilissa answered, “because I dared not. But if thou wilt allow me, grandmother, I wish to ask thee some questions.”

“Well,” said the old witch, “only remember that every question does not lead to good. If thou knowest overmuch, thou wilt grow old too soon. What wilt thou ask?”

Relación interesante entre knowing y growing old. Porque conocimiento significa poder, pero también antigüedad. Juventud, poder, sabiduría; tesoros no necesariamente compatibles.