Mayo

Salió un zagal con su pastora bella,
con un ¡ay!, con un ¡eh!, con un ¡ay!, ¡qué placer!
Los trigos a pisar con leve huella,
En el mes de las flores, el dulce mes de amores,
Cuando las aves cantan sin desmayo:
Es grato al pecho amante el mes de mayo.

Como Gustéis (canto en Escena III), Shakespeare.

Mayo, los 30 años, j’ai pas le temps d’avoir trente ans, primer aniversario del blog, los regalos maravillosos, las comedias de Shakespeare, la liga azulgrana, y la inesperada llegada de un libro que anhelaba desde mis años en el liceo. Y el trabajo, en volúmenes indiscretos pero apacibles, desafiantes pero para mi entera complacencia. El trabajo y el fútbol han consumido muchos de mis espacios en estas semanas previas. Debo sobre todo al Barcelona y al Real Madrid la ingesta de algunas calorías imprevistas, y el nacimiento de numerosos análisis y expresiones decentemente impublicables. Emociones pero y sobre todo; esperaba más aunque; tacaño el juego a veces; en fin. La vida, más allá de las fronteras personales, parece conservar las mismas alas y las mismas piedras. La vida sigue igual (Julio Iglexias dixit), al menos en la superficie del agua, hasta donde el vapor de los cañones permite la intrusión de las miradas. No veo que haya cesado la rencorosa envidia que carcome al Occidente, no veo la sublimación del hombre a través de su propio ideal de humanidad, no es el hambre punzante sólo un recuerdo, sigue lloviendo sobre mojado en Oriente Medio, en América Latina, en el Norte que es o quiere ser todos los puntos cardinales. Comentando sobre Oriente Medio, particularmente prefiero ser cauto; creo que somos muy apresurados en nuestras evaluaciones de los “cambios”: remueven a una élite del poder y se pasa a un júbilo merecido pero que tal vez soslaya la certidumbre de que con frecuencia esas élites han alcanzado el poder por movimientos que, salvando las distancias históricas, equivalen a ésos que ahora mismo las deponen. Y ese ciclo de recambio de las élites y pervivencia del conflicto ha subsistido durante siglos y siglos. Es probable que tengan que pasar varios años antes de poder juzgar con propiedad si realmente un movimiento popular ha producido un cambio real y significativo en el sistema. Muchas veces sólo se le cambia el disfraz, pero sigue siendo la misma bestia. Y es en esta turbulencia (esencial y propia de los sistemas dinámicos como éste por cuyos hilos fluyen nuestras vidas) donde todo sigue igual.

Pero, cuando los peros son afortunados y bienvenidos, está y estará la fe. Habla por un pueblo, y por la humanidad toda, su fe. Por encima de las chimeneas industriales y las balaceras del progreso, por encima de las máscaras y de los cipreses resquebrajados por los grises cristales de hidrocarburos, está la fe. La fe en la vida, en querer alcanzar una humanidad esquiva pero posible. La fe, que es lo que más me informa sobre la naturaleza humana. La fe, revestida de sonrisa infantil, de mirada brillante, de labios altivos, de manos y sienes surcadas por la sabiduría. Y es a esta fe a lo que encomiendo mi fe.

No todo es fútbol. Está también, gracias a Dios, Shakespeare (y resulta muy pertinente recordar the Kafkian appeal). Francamente me gusta más Noche de Reyes que Como Gustéis, que La Tempestad e incluso más que el Mercader de Venecia. Además del Barça y de Shakespeare, vivimos la alegría de un libro nuevo, esperado durante años, con el cual me encontré (como presentía que iba a suceder) por pura casualidad. Un libro que me encanta, y cuya lectura a los 14 años fue una grandísima fortuna. Pero otro día hablaré de él.

The Browning Version

De Anthony Asquith. 1951. Como la mayoría de las películas de Asquith, es la puesta en pantalla de una obra de teatro, en este caso, la homónima The Browning Version, de Terence Rattigan. El argumento, en esencia, aborda el fracaso y esperanzadora rectificación final del profesor Andrew Crocker-Harris, en las postrimerías de su carrera. Una presentación muy conmovedora de cómo los grandes sueños de los hombres acaban desvaneciéndose en el camino, conduciéndolos entonces a una mediocre resignación. Al final de la película, sin embargo, aparece una luz optimista, la luz de un hombre que se ha dado cuenta de que siempre hay una oportunidad para el cambio, y para pedir perdón, perdón que en última instancia significa el aceptar perdonarse a sí mismo. La actuación del Sr. Michael Redgrave es magnífica. Muy buena película inglesa.

Nadie acabará con los libros

Lo que nos da internet es, en efecto, una información en bruto, sin distinción alguna, o casi, sin control de las fuentes ni de su jerarquización. Ahora bien, todos necesitamos no solo verificar sino también dar sentido, es decir, ordenar, colocar nuestro saber en un punto determinado del discurso. ¿Y según qué criterios? Nuestros libros de historia, ya lo hemos dicho, a menudo se han escrito a partir de preferencias nacionalistas, de influjos a veces pasajeros, de elecciones ideológicas que se dejaban apreciar aquí o allá. Ninguna historia de la Revolución francesa es inocente. Danton es una gran figura para los historiadores franceses del siglo XIX; por doquier se le dedican grandes estatuas. Luego cae en desgracia, acusado de corrupción y Robespierre, el incorruptible, sostenido por historiadores marxistas como Albert Matthiez, vuelve a estar en auge. Consigue que le dediquen alguna que otra calle en los barrios periféricos comunistas, e incluso una estación de metro en Montreuil-sous-Bois. ¿Mañana a quién le tocará, ¿qué pasará? No lo sabemos. Necesitamos, por lo tanto, de un punto de vista, o por lo menos de algunas marcas, para acercarnos a este océano tumultuoso del saber.

Jean-Claude Carrière respondiendo en el capítulo La venganza de los filtrados.

 


Nota: Un libro magnífico, de ésos cuya lectura me cuesta suspender. Básicamente es una transcripción de charlas entre Jean-Claude Carrière y Umberto Eco. Además de los comentarios mordaces, contiene multitud de referencias a libros, pinturas, películas. La edición incluye unas fotografías excelentes. Recomendado para todos los amantes de los libros.

Más sobre Milonga para una niña

En la entrada Milonga para una niña la señorita Jessica (una mujer que es compendio de inteligencia y buen gusto), escribió un comentario que me ha agradado, y que también me ha parecido digno de metamorfosear en una entrada, para preservarlo, para aumentar la probabilidad de que lo lean. Dice:

Milonga para una niña va más allá de un hermoso tema. Es una de esas historias que inundan a los adentros de quien las lee. Una mezcla de ternura y realidad. Un sentimiento palpable, una canción que se abraza. En casa tengo un libro que se llama La memoria profunda – son textos y reportajes por Raúl Lamarque, Saúl Ibargoyen y Jorge Miglionico – y en el, Zitarrosa dice lo siguiente sobre esta canción:

“Es una milonga que yo hice pensando en dos o tres mujeres, no porque hayan sido mujeres mías sino porque se presentaban como dos o tres imágenes arquetípicas del amor.
¿Cómo se integran esos arquetipos?
Pues cuando surge algún tema de carácter amoroso, amatorio, erótico, siempre debe buscarse más de una mujer. Es una flor para adentro. Con varias se cristaliza una o de una se desprenden varias… Puede ser todo eso… El amor es un ojo que te mira, y te ama, pero cuando le empiezan a pasar unas luces y ese ojo comienza a pensar, también empieza el miedo… amor de duro diente, hasta el hueso.

En función de tanto y tanto amor… según el tiempo, se va completando la concepción del amor; luego de haber amado tantas y tantas cosas, desde un libro hasta un perro, desde una mujer hasta un niño, desde un amigo hasta un enemigo incluso —aunque aquí no sea amor sino afección—. Y todo eso vuelve más complejo el asunto del amor. ¿Qué es? La donación de si mismo que entraña el acto de amar, así se trate de una pequeña parte de tu ser, la solidaridad, el auxilio económico, la pasión como pasión sexual… Claro que hay en el amor una capacidad de fuga, de ser fluyente hacia el futuro, y el goce está en seguirlo hacia donde vaya, con el riesgo de que en ese fluir sea el propio amor el que se nos quede por el camino…”

Un genio, verdad?
Cuando leí este post me dio ganas de compartir el fragmento. Espero que te guste.
Saludos desde el sur.

Sí, es un genio. Y sí, me gustó mucho. Gracias. Caramba, se queda uno felizmente sin palabras ante tanta elocuencia, ante el intimismo de la composición. ¡Cómo habla el poeta, diciéndolo todo! Y leyéndolo, uno descubre los propios sentimientos y puede atreverse a darles un nombre, a quizás aventurar una explicación. Magistral. Gracias, Jessica. Saludos desde el norte del sur.

Más sobre el párrafo de La Cruz Azul

Este post va por cortesía de Fran. Estoy leyendo El Candor del Padre Brown, de Chesterton, y destaqué uno de los párrafos más brillantes de la primera historia, La Cruz Azul. En ese párrafo, la referencia a Nelson está clara. Pero no tenía luces sobre Williams, Williamson, y la paradoja de Poe. Entonces le pregunté a Fran, quien sobre Chesterton sabe mucho. Así selecciono a los amigos, como en el tema de Serrat: son lo mejor de cada casa 😀 Que sepan, que sean inteligentes, y que me saquen las dudas cuando se me presenten. Lo que Fran responde merece un post:

Voy ya con la cuestión que me has planteado: hay un relato de Edgar Allan Poe, llamado William Wilson en el que Poe trata el tema del doble, típico de la literatura de terror del XIX. En la historia, el protagonista es asesinado por un tal Williams, es decir, por su doble, lo que vale decir que es asesinado por sí mismo, o por el reflejo de sí mismo. Siento haberte estropeado el argumento, pero esa es la paradoja a la que se refiere Chesterton. De todas formas, si quieres leer el relato de Poe, puedes hacerlo aquí: William Wilson, de Edgar A. Poe.

Me alegro mucho de que estés leyendo el librito del Padre Brown. Para muchos es de los mejores de Chesterton. Tiene una prosa deliciosa. Se nota que estudió pintura y que era un estilista, un mago de la palabra.

Y muchas gracias, Fran. Tengo que leer ese relato de Poe, es tarea pendiente.

Fran, Jessica, Jaramillo: los comentarios están abiertos de nuevo. Pero siento un extraño placer al ver cómo cambian los patrones de conexión de los spambots de Rusia, Ucrania y China cuando los comentarios se cierran. Locuras mías.

Mejor no lea

Mil ríos con sus respectivos amantes

Había comentado en Buscando detectives que en una librería me consiguieron un volumen con los poemas de Alejandra Pizarnik. Hoy fui a buscarlo. El volumen ofrece lo que promete, y me satisface. La poesía de Pizarnik es un embrujo, y celebro haber regresado a casa con este libro. Incluye, por supuesto, el maravilloso Caminos del espejo. Un placer.

Otra cosa, sin embargo, es el precio de los libros en Venezuela. Me parecen precios de escándalo, cercanos al robo. Estos días he comentado, he preguntado sobre el futuro de los libros, del libro como lo conocemos, con sus hojas al viento y su presencia en el estante. Puede que algún día elabore más mis ideas sobre este tema. Hay que hablar de Kindle, de Nook, de editoriales, de distribución, de acceso, etcétera. Pero podríamos preguntarnos ya: ¿no es mejor buscar un libro en Internet (e imprimirlo si hace falta) en vez de ir a que nos roben en una librería? Leer, en Venezuela, al estilo tradicional digamos, se está volviendo casi un lujo. Y mejor no pregunte por los precios de los libros técnicos. Mejor, quizás, mejor no lea.