El tiempo, maestro de todos. La libertad del nuevo mundo, una utopía aún por realizar. Hay lecturas que definitivamente tienen su momento, ese espacio-tiempo idóneo en el cual se conjugan las experiencias y esperanzas suficientes para poder apreciar una lectura. Este año dediqué algunos días a una de las mejores novelas que he leído: El Siglo de las Luces, de Alejo Carpentier. Si este libro lo hubiese leído 10 o 20 años atrás no lo habría disfrutado tanto, no habría podido percibir completamente el aroma a Mar Caribe que se desprende de sus páginas. Le Temps, ce grand sculpteur diría Marguerite Yourcenar.

El eco del Ana karina rote que todavía se filtra por las grietas de nuestra realidad latinoamericana. Los protagonistas de esta novela son tres hermanos: Sofía, Carlos y Esteban. ¿O es Víctor Hugues? ¿O son las proyecciones de la Revolución Francesa hacia América? ¿Acaso la masonería? O tal vez, excediéndonos un poco, la protagonista es la máquina. ¿Y la libertad del nuevo mundo?

El gran protagonista, en realidad, es el Caribe. Una novela excelente, de prosa impecable y personajes memorables. Un universo que a los caribeños nos resultará cercano y distante a la vez.