De Carlos Sorín. 2004. Recientemente la vi por cuarta vez 😀 Es que me encanta esta película. Los paisajes inmensos de la Patagonia. El contraste entre esas soledades y la humanidad de los personajes. Los diálogos no abundan, pero la película habla muchísimo. Incluso el perro comunica demasiado. La película esencialmente es un viaje: Bombón y su dueño (Coco) van encontrándose con diversos personajes, comparten con ellos algún fragmento de humanidad, y luego se despiden sin nostalgia. Uno de los mensajes de la película -y de hecho su punto de partida- es la desesperanza que este mundo ofrece a muchos desempleados de alguna edad. Coco, sin trabajo, y con 52 años, parece encontrarse sin espacios en su ambiente. Estar sin trabajo lo convierte en un forastero de su propia realidad. Entonces llega el perro y lo cambia todo.
Hay una escena que siempre me causa mucha risa: durante una celebración, golpean por la cabeza al gordo Walter -que estaba muy animado bailando-, y éste se voltea enojado, preguntando “¿Quién fue el pelotudo?” con ese típico acento rioplatense. Lo dicho, me encanta 😀 Casualmente, mi hermana me recomendó hoy otra película de Carlos Sorín, “El Camino de San Diego”. Va para el backlog.